Ensayo para The Master’s Seminary
Un enfoque de esperanza
Al abordar esta pregunta es relevante comprender que Jeremías fue llamado a un ministerio duro, en el que vería sus profecías de juicio de parte de Dios cumplidas en la nación para irse a la cautividad babilónica. Sin embargo, desde el inicio mismo tuvo un mensaje que proclamaba las bendiciones para una nación unida, y que sería el resultado de haberse vuelto al Señor en arrepentimiento (Jer. 3:12-18), algo que ya había sido predicho en Deuteronomio 4:30. Jeremías entonces, describe esta restauración futura con expresiones como «esos días» (Jer. 3:16); «aquel tiempo» (Jer. 3:17); «aquellos tiempos» (Jer. 3:18). El arca del pacto sería reemplazada por Jerusalén como el Trono de Jehová (Jer. 3:17); «el Shekinah, el símbolo peculiar de la proximidad de Dios a Israel (Dt. 4:7), será sobrepasado por el antitipo, el propio trono de Dios en Jerusalén (Sal. 2:6, 8)».[1] Israel sería además, un vehículo para bendecir a las naciones (3:17), algo que indicaba el pacto Abrahámico (Gn. 12:3) y el pacto mosaico implicaba (Ex. 19:5-6).
Dios mismo se encargará de recoger al remanente (23:3) y lo hará con un Renuevo justo, un rey de la simiente de David (23:5).
El rey escogido
Otro aspecto a destacar es la esperanza de un rey futuro, que será parte del nuevo pacto que Dios haría con la nación. En el capítulo 23 el profeta describe a los reyes como pastores que destruyen y dispersan al pueblo de Dios y por lo tanto, serían castigados. Ellos no ayudaron a la restauración de la nación. Por esta razón, Dios mismo se encargará de recoger al remanente (Jer. 23:3) y lo hará con un Renuevo justo, un rey de la simiente de David (Jer. 23:5) que es una referencia al Mesías prometido y la seguridad de que el pacto davídico sigue en pie (2 Sam. 7:8-16).
«Además de practicar el derecho y la justicia, este Rey va a reinar con inteligencia y como consecuencia Judá e Israel van a vivir seguros, con confianza en este nuevo Rey».[2] Cabe recordar que este es un componente vital para que la nación volviera a ser una nación unida; un rey justo, por tanto denota que la esperanza mesiánica se encuentra en el corazón de la restauración de Israel y por eso se le llama Jacob en Jer. 30:7. «Jeremías entonces nos da la promesa evangélica más hermosa de toda su profecía. No hay comparación entre este Renuevo justo de David, y las últimas ramas improductivas de la casa de David que ocuparon el trono de Jerusalén».[3]
Claramente, el nuevo pacto anticipa la necesidad de un nuevo corazón espiritual y porque será este nuevo corazón espiritual lo que significará el fundamento de la restauración de Israel y de su relación con Dios.
Una restauración futura, el nuevo pacto
Ahora bien, no solo una nación unida y la esperanza de un Rey justo conforman el desarrollo y relación de los antiguos pactos con el nuevo, sino también las condiciones del futuro, algo que Jeremías presenta con lo que se conoce como «El libro de la consolación», y que abarca los capítulos 30 al 33 de su profecía. El desarrollo de estos capítulos es una descripción de la restauración de Israel y Judá tal y como Deuteronomio 30 lo había prometido. Y en el corazón de esta sección de Jeremías se encuentra la promesa de un nuevo pacto, para cuyo establecimiento es imprescindible la unidad de la nación porque Dios hará «nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá» (Jer. 31:31). Claramente, el nuevo pacto anticipa la necesidad de un nuevo corazón espiritual y porque será este nuevo corazón espiritual lo que significará el fundamento de la restauración de Israel y de su relación con Dios. «Aunque Judá haya roto los mandamientos de su gran Rey, Dios hará un nuevo pacto cuando ponga “mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”».[4]Este no será un pacto como el pacto mosaico que Israel había roto, conforme a 31:32. Sin embargo, el nuevo pacto igualmente estará relacionado con los principales pactos que Dios había hecho con Israel a través de todo el Antiguo Testamento . La vinculación del nuevo pacto con los pactos anteriores se puede observar en Jeremías 31-33. El nuevo pacto se halla prefigurado por el pacto Abrahámico de Gn. 12:3 y 22:18, Israel poseerá la tierra (33:11). Una vez más, para llevar a cabo esto, Israel como nación unificada precisa un cambio de corazón. Y también el pacto mosaico que fue temporal (31:32), sería reemplazado por este nuevo pacto que tendría carácter eterno (31:36). «El pacto nuevo hace énfasis en las bendiciones espirituales que sus escogidos recibirían: Dios les daría una nueva actitud para que lo buscaran, escribiría la ley en sus corazones y sería a ellos por Dios, y ellos le serían por pueblo (31:31–34)».[5]Dios les dará la capacidad para obedecer lo que antes no pudieron. De manera que lo que el pacto Mosaico no pudo lograr en cuanto al cumplimiento de la ley de corazón (Dt.5:29), el nuevo pacto lo haría para siempre. El perdón de pecados será una realidad determinante (31:34), que afectará a todos los de todas las naciones que crean en el Mesías que sellaría el pacto con su propia sangre (Is. 53; Mt. 26). Pero será Israel quien tendrá el beneficio de las promesas físicas, y tal cosa es asegurada en el nuevo pacto a través del paralelismo que Jeremías hace con las leyes de la naturaleza (31:35) que asegura la perpetuidad de la existencia de Israel en los planes de Dios.
El reino milenial, un final incuestionable
Finalmente,
se puede destacar que el nuevo pacto se cumplirá completamente en el milenio
cuando Israel tenga una restauración y redención completa y sujeta al reinado
del futuro Mesías, el renuevo justo que, justamente será un recuerdo del
cumplimiento del pacto davídico (2 Sam. 7) y también cuando sea Jerusalén
completamente reedificada (31:38).
[1] Robert Jamieson, A. R. Fausset y David Brown, «Jeremías», Comentario exegético y explicativo de la Biblia (El Paso: Casa Bautista, 1981), 664.
[2] J. C. Cevallos & R. O. Zorzoli, «Jeremías y Lamentaciones», Comentario Bíblico Mundo Hispano (El Paso: Mundo Hispano, 2010), 176.
[3] D. M. Gosdeck, Jeremías y Lamentaciones (Milwaukee: Northwestern, 2000), 146.
[4] Bruce Wilkinson, Kenneth Boa, «Jeremiah», Talk Thru the Bible (Nashville: Nelson,1983), 199-200.
[5] R. Porter, Más vale prevenir (Jeremías y Lamentaciones), (Puebla: ELA, 1990), 64.